Otro de los alimentos que abunda en mi cocina en esta época del año es el membrillo. Siempre lo he comido en dulce o carne de membrillo, pero como quería darle otra oportunidad a esta fruta, me puse a buscar otras recetas alternativas. En un maravilloso libro de tartas que compré hace algunos años en Italia encontré una tarta de membrillo sencilla y muy bonita. No lo dudé. Me puse enseguida a hacer dulce de membrillo y utilicé una parte para esta tarta.
¡No os podéis ni imaginar el olor que se ha quedado por toda la casa! El membrillo se ha caramelizado en el horno y el aroma que desprende es increíble. De hecho, gracias a esta tarta he descubierto qué utilizan en una tienda de pastas de mi ciudad. Es de esas tiendas de toda la vida cuyas pastas tienen muy buena fama y, por ello, no es extraño encontrarte con una fila de gente esperando su turno para poder entrar a comprar una caja de pastas surtidas. Entre estas pastas hay una especialmente rica, que hasta ahora yo creía que estaba rellena de mermelada, pero no, me acabo de dar cuenta de que están rellenas de membrillo. En las próximas pastas que haga utilizaré sin duda dulce de membrillo.
Ingredientes:
- 150 gr. de harina normal
- 70 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
- 70 gr. de azúcar
- 2 yemas
- 2 cucharadas de miel
- 300 gr. de dulce de membrillo
- la ralladura de 1 limón
- 1 pellizco de sal
Preparación:
Suponiendo que ya tienes el dulce de membrillo, lo primero que tienes que hacer es la base de la tarta. Para ello, tamiza la harina y mézclala con la mantequilla. Mezcla con las manos hasta obtener una textura parecida al pan rallado como se ven en la foto 1.
Bate las yemas y añade el azúcar y la miel. Después, añade la ralladura de limón y la sal. Échalo sobre la harina y mezcla rápidamente hasta conseguir una masa homogénea como se ve en la foto número 3. No es necesario amasar mucho tiempo. Cuando veas que los ingredientes están bien mezclados envuélvelos con un film de plástico y mételo en el frigorífico durante 30 minutos.
Para estas cantidades yo uso un molde bajo de 24 cm de diámetro. Úntalo de mantequilla y enharínalo. Saca del frigorífico e introduce la masa en una manga pastelera con boquilla ancha. Rellena el fondo del molde desde el centro hacia afuera en forma de espiral como se ve en la foto 4. Este sistema es ideal para masas blandas difíciles de manejar.
Para conseguir una base fina deberás extender cuidadosamente la masa por toda la base del molde como se ve en la foto 5. Después, con la masa sobrante rodea todo el borde del molde como en la foto 6. Aplana el borde y agujerea la base con un tenedor.
Enciende el horno a 190 ºC. Mientras se calienta, echa el dulce de membrillo y extiende bien igualando toda la superficie. Para esta receta he hecho dulce de membrillo un poco más líquido de lo habitual y lo he extendido antes de que se espesara demasiado. Las cantidades indicadas anteriormente son indicativas, pon más o menos cantidad en función de si te gusta con más o menos capa. Yo prefiero no exagerar, pero en la variedad está el gusto.
Hornea la tarta durante unos 30 minutos o hasta que veas que los bordes están bien dorados. Vigila la tarta cuando esté en el horno porque este tipo de masas se doran enseguida. Para terminar, adorna con una hojas de menta fresca. Como ves en la foto 9, el membrillo se ha oscurecido un poco adquiriendo un tono anaranjado precioso.
Nota: en la última foto he puesto cómo hago para aprovechar hasta la última cantidad de masa que hay en la manga pastelera. Empujando con una espátula se aprovecha todo. No he podido resistir y en cuanto he terminado con las fotos he cortado un pedacito pequeño para probarla, me ha dado pena porque era súper bonita. Definitivamente, ¡Riquísima!.