Llevaba tiempo con la idea en la cabeza. Si el pan árabe hecho en una sartén sale muy rico, ¿por qué no una pizza fina? Además, con el calor del verano no apetece encender el horno ¿verdad?. El otro día hice la prueba y fue todo un éxito. La pizza sale muy rica, no es que sea mejor que la pizza hecha en el horno, no os voy a engañar, pero si os diré que es una buena alternativa si no tenéis o no queréis usar el horno. Se hace rápidamente, vuelta y vuelta, añades los ingredientes y ya está. La receta que os presento hoy lo bueno que tiene es que no lleva apenas levadura. La idea me la dio Ibán Yarza cuando nos comentó que en uno de sus cursos de panes había usado tan sólo un gramo de levadura.
Quise hacer la prueba con la pizza y para ello usé 1/4 de cucharilla de levadura en polvo, preparé la masa por la mañana y la dejé levar todo el día, hasta la hora de cenar, a una temperatura ambiente de unos 25 ºC. Y la masa subió, vaya que si subió.
Ingredientes para la masa:
400 g. de harina fuerza
100 g. de harina de sémola de grano duro
1 cucharada de sal
225 ml de agua templada
1/4 de cucharilla de levadura en polvo
2 cucharadas de aceite de oliva
Ingredientes para el relleno:
salsa de tomate casera
orégano seco
mozzarella fresca
jamón de york
jamón serrano
rúcula
Preparación:
Mezcla las harinas y la sal. Disuelve la levadura en el agua templada y échala en la harina. Amasa bien y cuando todos los ingredientes estén bien integrados, añade el aceite. Amasa y deja reposar unos minutos la masa. Repite esto hasta conseguir un amasa lisa y homogénea.
Separa la masa en varias porciones y dales forma redondeada. Yo hago unas 8 bolas, pero eso depende del tamaño de la sartén. Yo prefiero hacer pizzas finas y por eso hago varias bolas pequeñas. Úntalas por fuera con un poco de aceite de oliva y colócalas en varios cuencos. Cubre los cuencos con paños húmedos. Si los cuencos son altos mejor, así la masa no tocará los paños.
Deja reposar la masa varias horas y cuando veas que han aumentado su volumen, coge una de las bolas y échala sobre una superficie de trabajo enharinada. Con ayuda de un rodillo aplasta ligeramente la masa, gírala 90 grados y vuelve a aplastar. Repite esto hasta obtener una pizza redondeada del tamaño de la sartén.
Echa un poco de aceite en la sartén y pasa un papel absorvente para quitar el exceso de aceite. Cuando la sartén esté muy caliente, echa la pizza. Pasados unos pocos minutos dale la vuelta y hazla por el otro lado. Vuelve a darle la vuelta para que se haga bien la base y comienza a echar los ingredientes. Primero echa un poco de salsa de tomate y espolvorea con orégano. Echa pequeños trozos de mozzarella fresca y trozos de jamón de york por encima. Vuelve a espolvorear con orégano y echa un chorrón de aceite de oliva por encima. Cuando la parte de abajo de la pizza esté bien dorada ya puedes sacarla de la sartén.
Si quieres cambiar de sabor, puedes por ejemplo, echar en la pizza en el último momento un poco de jamón serrano y rúcula, te aseguro que estará riquísima.
Repite estos pasos hasta terminar todas las bolas.